Son esas personas que llegaron gracias a nuestro amor y desde que llegan se vuelven la prioridad en nuestra vida, lo mas importante, lo primero que miramos.

Los vemos crecer con alegría, nos sentimos orgullosos con sus pequeños logros y se los contamos a todos. Les enseñamos lo que sabemos, tratamos de transmitirles nuestros valores, intentamos darles las herramientas para poder ser unos niños buenos y valiosos, para que puedan convertirse en adultos productivos y amorosos. 

 

Los días pasan y nos alegramos de su crecimiento, pero cuando vemos el álbum de fotografías nos llenamos de nostalgia y nos decimos: que rápido pasa el tiempo, que lindos eran de chiquitos ya no son bebés, se han convertido en niños en toda la expresión de la palabra.

Llega la adolescencia y dejan de ser niños, nos presentan algo de batalla, pero con las herramientas que les seguimos dando, logran  salir adelante.

La vida sigue y los seguimos acompañando, siempre mirándolos como lo mas importante de nuestra vida, y con este acompañamiento, el camino hacia su partida se vuelve cada día mas corto.

 

Ese día llega y nos muestran con su conducta que ya son mayores de edad, entonces toman una decisión que les ayudamos a tomar, la vida la presenta o la toman ellos solos: se van a vivir con un amigo o amiga, van a viajar con sus compañeros de prepa o se van con una pareja. 

 

Los vemos partir con nostalgia o también tristeza, pero podemos decirnos: que bien lo hicimos, mira la maleta cargada de herramientas con la que cuentan para su vida: saben escuchar a otros, saben gestionar sus emociones sobretodo su rabia, son capaces de tener relaciones satisfactorias, cada uno sigue su camino profesional con éxito y finalmente logramos que se lleven nuestros valores.

 

Les decimos adiós y esperamos,  que aquello que les  enseñamos, sea de utilidad para su vida y podríamos decirles: ya estás listo, a esta edad no hay mucho mas para enseñarte, deseamos, que con las herramientas que llevas en tu mochila,  puedas darte cuenta que la felicidad no está afuera, cada uno la lleva dentro, y al compartirla la sientes plenamente.

 

Ya están fuera de casa, son independientes, es lo que toca, es lo mas sano, quieren poner en práctica todo lo que les enseñamos y ver si las herramientas de su mochila  funcionan realmente y  se dan cuenta que pueden sentirse felices con sus propios logros, sus propios méritos, por las relaciones que tienen, las personas que eligieron amar.

Pasan algunos años y vemos con alegría y satisfacción que cada uno encontró el camino de la realización personal y profesional.

 

 Un día llegan con un inmenso regalo,  traen en sus brazos un pequeñito nuevo ser que nos recuerda cuando ellos eran bebés, traen a nuestro nieto.

Nos damos cuenta que el amor lo volvemos a sentir con una intensidad diferente, porque los nietos abren en nosotros un cajón con un amor especial, destinado a ser  solo para ellos y solo ellos tienen la  llave y el acceso para poder abrirlo.

Gracias a la vida, es cierto eso que dicen: lo que siembras cosechas, gracias hijos por haberme dado la oportunidad de ser su mamá, entre los roles que he tenido en mi vida, es ese el que mas satisfacción me ha dado.

 

Gracias por verlos  felices con la persona que escogieron  amar y decidieron que fuera el padre o la madre de sus hijos. Soy feliz de verlos así como cada uno ha decidido vivir, y soy inmensamente feliz con el maravilloso regalo que  trajeron a mi vida, sus hijos, mis nietos, que me han enseñado un amor diferente, una nueva capacidad de amor existente dentro de mí y que ellos se apropiaron porque era para ellos.

Muchas gracias.